martes, 9 de febrero de 2010

¡Nació el baile compadrito y orillero, guapo, futurista y nostalgioso!

-----Estación de tren. Alicia sin ciudad y el mundo a sus anchas colándose entre sus sinapsis nostalgiosas. Un adiós esperado, la rémora de un árbol que nunca plantó, y este tren esperándola a ella y a la muerte del presente. Una llamada de teléfono esperanzadora, falsa, vacua como el fundamento de su partida, completamente inesperada para aquel amanecer, y mucho menos para el detonante de la misma.

-----Una mirada parece desvanecerse entre ella y el mundo, quizás dirigida a un anciano de pelo agarrotado, o a esa niña juguetona que le arranca procaz los vestidos a su muñeca de plástico. El sueño de los domingos apacibles en su tierra, entremezclados con el sabor amargo por la partida inusitada, la partida inminente y el parto de emociones confusas que la arrojan al abismo del cambio, de la huida.

-----Punto y aparte. Calor. Sudor frío y arrugas surcando su frente.

-----Punto y aparte. Mención de honor y autocompasión irremediablemente justificable. Fin de la guerra del sexo y del sexo en la guerra. Fin del domingo como día recreativo, y del sábado como fin de semana. Fin del olor a nuez moscada los lunes por la tarde, los martes por la mañana y la madrugada del miércoles.

-----Punto final. Fin del amor como religión. Y el Sol aún gira alrededor de la Tierra.